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Dicen los que saben, que los humanos tomamos cerca de 3,000 decisiones en un día y decisión va desde casarse, elegir que estudiar, aceptar, negar, incluso hasta rascarse la nariz.
De esas 3,000 decisiones, al parecer solo el 5% lo hacemos de manera racional, el resto funciona a través del “piloto automático”, el inconsciente emocional que reacciona a un estímulo y por una emoción decide; Y muchas de estas decisiones tiene que ver con el manejo de nuestros recursos.
Y esta introducción de ocho líneas de tinte neurocientifico, para explicar porque a veces sentimos que el dinero no nos alcanza, tomamos decisiones por emocionalidad no somos conscientes y al no ser conscientes, la emocionalidad nos convierte en adictos a las compras y al gasto para compensar alguna carencia.
No importa si gano 10, 100 o 1,000 si yo no soy consciente de lo que hago con mi ingreso voy a sentir que el dinero se va como agua entre los dedos, todo parte de entender mis gastos. Y ya dirán algunos “Y entonces para qué es la plata si no es para gastarla”, haría una pequeña corrección “La plata es para saber gastarla, renovarla y disfrutarla”, si solo la gasto se acaba.
Entonces ¿Cómo es eso de renovarla?, una parte de lo que recibo se debe convertir en inversión, hacer que el dinero nunca duerma, que genere un interés por estar invertido. ¿Y cómo si no me alcanza? Perfecto vamos a hacer que alcance, cada vez que vayamos a comprar algún bien o servicio, me hago estas tres preguntas ¿Es un impulso?, ¿Lo quiero? O realmente lo necesito.
Resulto imposible entrar a una red social sin que aparezca de la nada, esa cosa rara en la que estaba pensando o hable y adicionalmente con un descuento del 70% que si no aprovecho me sentiré como un estúpido y llegare a la conclusión si no es ahora cuando, antes del click definitivo, no sobra la pregunta ¿Es un impulso?.
Para ayudar a la respuesta quiero proponer un ejercicio, en la mano izquierda voy a tomar mi teléfono a un click de comprar o si estoy en una tienda el artículo y en la mano derecha voy a imaginar el precio del bien o servicio en efectivo, miro las dos manos y decido con cual quedarme.
Si escojo la izquierda pueden ser dos razones lo quiero o lo necesito, me hago una segunda pregunta, es el momento de comprarlo y cuento con los recursos para hacerlo o la capacidad de endeudamiento para que sea mío, si la respuesta es si lo tomo, si la respuesta es no, me hago una tercera y última pregunta, ¿lo necesito, es vital tenerlo?, si la respuesta es sí, lo tomo, si la respuesta es no, me voy por la mano derecha.
Si en alguno de los escenarios anteriores la opción fue la mano derecha, la que tenía imaginariamente el efectivo en la mano, puede responder a dos razones, realmente no lo necesitaba, su precio de hoy es más alto que el que estoy dispuesto a pagar.
Dice Carlos Jaramillo en su libro el milagro metabólico, que los ataques impulsivos de hambre están relacionados con una hormona llamada leptina y si los puedo manejar duran cerca de cuatro minutos, puede ser que la leptina o una prima de ella nos impulse a querer comprar cosas que no necesitamos, contengamos los 4 minutos a ver como nos va.
Es un ejercicio mental de segundos que nos va a ser utilizar mejor el dinero, ¿Y qué hago con el que sobra?
A invertir! A pagar para mí, es mucho mejor pagarme a mí, que pagar a otro, no quiero satanizar la financiación, puede ser necesaria, sin embargo los invito a que hagamos financiación inteligente.
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