#dreamjob #blessed #lovemyjob #greateful #lovemylife
Éstos y otros hashtags son la firma de miles de posts que se publican diariamente en Instagram. Y es que vivimos rodeadas de imágenes inspiradoras y personas felices; viviendo el sueño, cosechando los resultados de arduo trabajo, disfrutando las horas extras y orgullosas de haber decidido tomar un camino propio, construyéndolo de cero, emprendiendo, empoderadas, libres…
Yo he sido una de esas personas felices y seguramente tú también, o al menos lo has intentado. Porque pareciera que de un tiempo a acá ser feliz es una obligación, pero no una obligación cualquiera, es una felicidad que debe seguir ciertas características para que sea creíble, una con la que la mayoría esté de acuerdo.
Una de esas características es tener el trabajo soñado, ese trabajo soñado en el que no le rindes cuentas a nadie ni trabajas por los objetivos de alguien más. El idealizado emprendimiento. El trabajo en el que eres la jefa, tienes tus tiempos y tus metas propias, eres libre y todo el reconocimiento es para ti. El que a ojos de los demás te vuelve una mujer exitosa, independiente y admirable.
De todo eso quiero hablarte hoy.
Emprender un proyecto propio es al principio algo que una debe defender. El trabajar por tu cuenta, sin una estabilidad laboral puede ser muy criticable. No sé cuántas veces tuve qué explicar, por qué valía la pena sacrificar mi independencia y el hecho de vivir sola como todos mis amigos por un proyecto en el que creo pero que va a su ritmo, mi ritmo. Que avanzaría conforme yo creciera, conforme yo aprendiera y que sin duda, daría frutos tres veces más lento que en otros esquemas profesionales. Pasada esa etapa de justificaciones constantes, una empieza a concentrarse en dar forma al proyecto, que sea congruente. Generar ingresos es siempre una prioridad pero con la presión constante de no perder el rumbo, la esencia. Es una constante búsqueda de equilibrio, es incertidumbre, es la sensación de no saber si decidiste correctamente y el peso de que todo este proyecto depende de ti y solo de ti y de que ya sacrificaste mucho como para echarte para atrás. Es como un hijo que no puedes abandonar y que además tiene la carga de lo que todos esperan de él.
Y todo eso está bien. O al menos lo está para mí desde que desmitifico el trabajo perfecto. No es perfecto, no lo amo todo el tiempo. Es por momentos abrumador y no me gusta trabajar horas extras. Tiene momentos maravillosos y está lleno de pequeños “fracasos” que me hacen replantearme todo el tiempo para dónde voy. Es rutinario también. Casi todos los días traigo tupper con mi comida al Estudio como cualquier godín. Tengo un horario más o menos fijo y los fines de semana me olvido de todo y de todos. Los lunes me pesan y sí, aunque yo elegí este proyecto, en mí no aplica eso de “dedícate a algo que ames y nunca más volverás a trabajar” porque esa es una expectativa demasiado grande, porque lo disfrutable viene acompañado de su opuesto y no pretendo idealizar lo que hago hoy porque no sé que prefiera hacer mañana. Eso es para mí la verdadera libertad.
El trabajo de mis sueños es el que puedo vivir todos los días, el que está formado de mis momentos más cotidianos, el de los bloqueos y el de la inspiración, el que me emociona y me abruma. El que me mantiene congruente a lo que necesito explorar y expresar de mí misma y me ayuda llevar una vida más consciente de mi ser y de los demás. No tiene muchas características específicas y eso me libera de etiquetas.
No soy mucho de dar consejos, pero si ahora mismo estás buscando el trabajo de tus sueños, quiero decirte que está mucho más cerca de lo que crees. Porque está en ti, tu visión es la que lo crea; en una oficina, en el campo, viajando, en un estudio, en un garaje, en tu propia recámara. Es tu conexión con lo que estás haciendo lo que le da sentido, nada más, nadie más.
Te dejo unos mini tips que tal vez te puedan servir en el proceso:
• Detente. Aprender a parar es muy importante para poder realmente tener la menta abierta y calma para dejar que entren todas las posibilidades.
• Recuerda tu historia. Hacer memoria de tus pasiones, tus habilidades, tus intereses, tus prioridades y las decisiones que has ido tomando, te da una buena perspectiva de lo que podría venir después.
• Toma nota. Esto es algo que me funciona personalmente, hacer listas de pequeños pasos que me acercan a lo que necesito. Ya sea mandar un correo o hacer una búsqueda en Google. O aterrizar conceptos, ventajas, desventajas, temas de interés. Tener esto escrito te ayuda a ver el panorama completo y a hacer pequeños avances que se transforman en objetivos cumplidos.
• Actúa. No esperes a tener todo perfectamente claro y controlado. Simplemente experimenta, llama, escribe toma acción en lo que te ande rondando por cabeza. Eso puede resultar en motivación inmediata.
#Suerte
Elidé Rangel | Florula
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