El manejo del tiempo para el mimo es todo un tema… Pero, esa es otra historia. ¿Te suena conocida ésta?: suena el despertador; lo primero que pensamos es: “¡Otro rato más, por favor!” o de plano postergamos la alarma.
La mayoría trabajamos 24 x 7, es decir, casi todo el tiempo estamos resolviendo situaciones
propias y de los demás. A tal grado estamos tan ocupados, que postergamos la ida al baño hasta terminar la actividad que estemos realizando. A veces llegan a pasar más de 30 minutos y no hacemos pausa y, claro, nos levantamos al baño cuando ya casi estamos hablando en chino…
Pareciera que la vida es la que nos exige de más. Las 24 horas del día no nos alcanzan, trabajamos más de 17 horas diarias, queremos exprimir el tiempo al máximo. Las mujeres y los hombres nos volvemos multi task: nosotras nos maquillamos y ellos se rasuran en el carro; mientras estamos frente a la computadora trabajando, mandamos correos, contestamos el teléfono o devolvemos llamadas. Y todo al mismo tiempo que estamos viendo FB o la red social que más nos gusta.
Además de tener la mente como olla exprés, vamos de un lado a otro sin parar, peor que
chinampinas. Cuando menos nos damos cuenta, resulta que ya perdimos las llaves de la casa o del auto; todo el tiempo regresamos a donde estábamos porque se nos olvidó a lo que íbamos o por algo que dejamos; mandamos un correo a la persona equivocada; llegamos a la casa o al trabajo por ósmosis, es decir, andamos como en“pilotoautomático”, como zombis, ni nos fijamos qué calles tomamos o, peor aún, resulta que llegamos al lugar equivocado.
Frecuentemente, traemos los pendientes del trabajo a casa y viceversa. Ya hasta padecemos de dolor de cabeza, de espalda, de hombros o de plano tenemos una colitis y/o gastritis indomable. Incluso pasa que hasta dejamos de respirar, literalmente y, sin darnos
cuenta, necesitamos una bocanada de aire que, lejos de ser una inhalación, parece que vamos a devorarnos al de
enfrente.
Pareciera normal vivir con ansiedad y al mil por hora. Producimos cortisol a todo lo que
da, el hambre y el cansancio se apoderan de todo nuestro ser, hacemos movimientos
incesantes de tobillo o pierna, mordemos las plumas, las uñas, todo lo que nos quede cerca y pueda morderse. Salir a fumar o a caminar o a comer comida chatarra durante las horas labores son síntoma de sueño, molestia, frustración, hartazgo. Nos dicen o nos decimos “¡DETENTE Y RESPIRA!, verás cómo todo se aquieta”. Pero, ¿qué significa eso?
La mente es imparable. Se la pasa regañando, emitiendo juicios o estando siempre en el pasado, ya sea que estemos en el trabajo o en casa o, incluso, en una reunión. Tenemos tantos pensamientos, asuntos pendientes y actividades por realizar, que no sabemos ni por dónde empezar. Pero… ¿qué hacer?
Después de reflexionar en todo esto, la cuestión es: ¿en qué momento decidimos hacer un
alto para salir de “modo automático” y retomar el control de nuestra vida? Hacer lo mismo día con día es muy desgastante. ¿Qué hemos hecho hoy de diferente?
¡Pero he aquí la buena nueva! Cuando estemos atorados con todos esos pensamientos y actividades, es el momento de hacer un “corte de caja”. Detengámonos por lo menos cada dos horas para ordenar nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestro sentir. Es urgente y primordial, pues nuestra mente requiere orden y calma para ser asertiva y productiva. La mente funciona mejor cuando nos detenemos y respiramos de manera suave, profunda y consciente. Esto es lo que tenemos que aprender a hacer: respirar en consciencia.
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