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No importa cuánto ganas, realmente tampoco si lo ganas como salario o prestación de servicios, los humanos tenemos una relación muy particular con el dinero y en la época del mundo que nos tocó vivir, muchas de las interacciones con el exterior y satisfacción de algunas necesidades tiene implícito el dinero, una buena parte de nuestras vidas la consumimos en el proceso de obtenerlo por nuestro oficio y sin embargo somos poco conscientes en la manera en la que lo usamos.
Al principio cuando lo recibimos, tenemos un sesgo de abundancia que nos hace sentir “todopoderosos” y si necesitamos ir a un cajero automático sin importar si es de nuestra franquicia, no consideramos la comisión que cobra el banco sacamos nuestra nutrida tarjeta y pasa a un segundo plano el cobro que tenga que hacer la entidad financiera.
Pasan solo quince días y los criterios de decisión son otros, ya no divago si me evito caminar una cuadra y hago el retiro en este cajero así me cobren, si no camino 20 cuadras y me ahorro el costo del transporte.
¿Qué pasa entre un día y otro?, valían menos los primeros cinco mil, que los últimos, la respuesta es valen exactamente igual, la solución, debo organizar mis gastos de acuerdo con un flujo de caja.
¿Y qué es eso? Explicación sencilla una cuenta entre lo que me gano o recibo y la forma en como lo gasto, con una premisa, lo que me gasto no puede superar a lo que me gano, y puede sonar como una obviedad, pero muy fácilmente la olvidamos.
Y lo olvidamos ayudado por la facilidad del crédito y el tierno alivio de las cuotas mensuales, si bien el financiamiento es una palanca importante para alcanzar las metas, no somos tan mesurados o conscientes de la necesidad de una deuda y cuando nos damos cuenta, parte de ese flujo de caja se ve consumido por compromisos que no debimos haber adquirido.
Más allá de las deudas, ¿Qué hago con lo que me gano?, ¿Cuánto reservo para mí y para mis objetivos financieros?, algunas veces no somos tan conscientes de eso porque tenemos la esperanza que caminando nos encontremos en el suelo el boleto ganador de la lotería, maravilloso si nos ganamos la lotería sin comprarla, sin embargo como es un escenario poco probable debo ir construyendo lo que quiero financieramente para mi vida.
Sin que sea ciencia de cohetes, podemos hacer el siguiente ejercicio: se cuánto me gano, le resto las obligaciones (ahorros, gastos, créditos, etc.) y el valor que quede lo divido entre los días que faltan; si el valor es pequeño o cero, incluso negativo, revisemos dos valores en la ecuación, aumentamos el ingreso o disminuyamos obligaciones.
Si somos más conscientes en nuestra relación de uso del dinero, sentiremos como nos rinde y hasta aparece más si le damos una oportunidad a la inversión. No venimos al mundo a generar CO2 y pagar facturas, venimos a cumplir nuestros sueños.
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Vivimos un momento histórico donde todas las posibilidades están a la mano, entonces, estira tu brazo, mente y corazón, aférrate a ellas y no las sueltes hasta que hayas alcanzado todo lo que quieres.