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Siendo pensado este espacio con un enfoque hacia las mujeres, precisamente por su papel trascendental en la sociedad y en los núcleos familiares, no podría pasar desapercibido el Día Internacional de la Mujer a conmemorarse el próximo 8 de marzo y por supuesto el paro nacional convocado para el 9 de marzo.
Los datos duros sobre su menor participación en la economía o un salario más bajo frente al de los hombres nos caen cada vez más como un balde de agua fría (y quizá también nos estemos acostumbrando más a ellos), pero poco nos sensibilizamos sobre el trabajo no visto.
En México, la participación de las mujeres en el mercado laboral es de un 45% frente a un 77% en el caso de los hombres, según el estudio Women Matter de la consultoría McKinsey.
Pero no es que las mujeres no tengan actividades productivas, porque ser productivo en el caso de las mujeres no sólo está relacionado con tener una remuneración económica a cambio de sus tareas y actividades.
Hay que decirlo: la principal razón por la que las mujeres mantienen una menor participación dentro de la economía es la maternidad. No importa si es uno, dos, tres o los hijos que sean, desde la llegada del primer hijo el escenario laboral se vuelve un reto para las mujeres profesionistas porque 1) no se tiene la flexibilidad que le permita a la mujer desempeñar ambos papeles en la mayoría de las profesiones y 2) porque ni de lejos tenemos equidad en lo que se refiere a la crianza de los hijos.
Retos de la crianza compartida
Las mujeres profesionistas en activo o inactivas en el mercado laboral cumplimos con funciones que no son vistas ni reconocidas en el ámbito social, y muchas veces ni siquiera en el entorno familiar.
Las mujeres somos el sostén del hogar. Trabajemos fuera de casa o no, somos las que nos encargamos de que un hogar de madre soltera o de papá y mamá funcione.
Somos las que salimos a trabajar a una oficina no sin antes haber dejado resuelto el lunch de los niños, sus actividades extraescolares y haber pensado cómo le haremos para recoger a los chicos a la salida del colegio.
Llevamos una carga de actividades físicas pero también una carga emocional por la labor que desempeñamos por el simple hecho de ser mujer.
Recientemente el Centro de Estudios Espinosa Yglesias daba a conocer algunos datos sobre el tiempo promedio adicional al trabajo que dedican las mujeres a las labores domésticas. Las mujeres destinamos en promedio casi 3 horas a limpiar, lavar, cocinar y cuidar a los niños; mientras que los hombres destinan 1 hora.
De lo anterior deriva que las mujeres dediquen al año 40 días al trabajo doméstico y sólo 16 días en el caso de los hombres.
Ejes de cambio
Desde que me convertí en mamá soy una fiel convencida de que el cambio social empieza en casa y las mamás somos quienes tenemos que asumirnos como ejes de este cambio. Sin embargo, también creo que esto no será posible mientras no se contemple un andamiaje que brinde a las mujeres la flexibilidad para conciliar la maternidad con su vida profesional.
En nuestras manos está la formación de los niños y personas de bien de hoy y del futuro, pero no podemos pretender que en este camino vayamos solas.
Es necesario involucrar a los papás en la crianza activa desde su propia voluntad, pero también desde sus centros de trabajo. Hablamos de “machismo” también cuando a un hombre le dicen “mandilón” por ser un papá presente y participar del cuidado y las labores domésticas del hogar.
En reconocimiento a esa labor invisible de las mujeres será mi paro este 9 de marzo. No es sólo el trabajo no remunerado, sino el que ni siquiera es visto ni reconocido.
No estamos entendiendo el papel clave de las mujeres para que una sociedad funcione.
No estamos siendo conscientes de su relevancia como ejes de cambio social.
No estamos entendiendo que no es sólo por las mujeres que en el ámbito laboral merecen tener las mismas oportunidades profesionales que los hombres para seguir creciendo.
Es que ni siquiera estamos viendo que si una mujer no tiene las condiciones mínimas de oportunidades, de apoyo, de salud, de libertad y de seguridad, no podemos aspirar a tener una mejor sociedad.
Por ellas, por mí, por mis hijas, por nosotras, me sumo al paro este 9 de marzo y seguiré impulsando los temas de empoderamiento de las mujeres desde cualquiera de los ámbitos en los que me encuentre porque es algo en lo que creo absolutamente.
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